visita nuestra web:

lunes, 30 de diciembre de 2013

UN LUGAR LLAMADO SILENCIO

UN LUGAR LLAMADO SILENCIO
Navidad 2013


 A los que viven su natividad, en el día de después.


Hoy quisiera tener las palabras más hermosas para expresar que algo nuevo comienza a llenar el vacío que en mí estaba. Mas, ¿a quién dirigirme, ahora que ya no percibo seres ajenos porque todos ellos  ocupan   mi vacío? ¿A quién hablarle que no sea yo mismo, a quién contarle mi alegría, si el prójimo soy yo? ¿A quién transmitirle esta magia?

Un coro de Ángeles ha encendido las estrellas y frenado todos los vientos; ha iluminado la noche y establecido el silencio para que yo perciba mi corazón enternecido y cálido, como refugio donde pasar la noche. Miro pues en mi interior y acepto disolverme en esta realidad recién nacida y gozar de la ternura y de la alegría despertadas, afirmándome en ella como en roca firme sobre la que levantar mi casa. Quiero ser siempre lo que ahora soy; quiero habitar en este nuevo sentimiento que ha resucitado en mí; quiero vivir en el corazón del Niño, atarme a su vida y asomarme al mundo desde su limpia mirada.

Cuidaré de mí, de mi cuerpo y de mis actos;  y cuidaré de todo cuanto la vida ponga bajo mi protección. No me detendré a la orilla del camino diciendo no puedo más, y cada día naceré con el renovado sentimiento de que la vida, toda, sucede en el corazón de Dios.


Félix Gracia

lunes, 23 de diciembre de 2013

NAVIDAD 2013


Queridos amigos:

Un año más, el Solsticio de invierno ha penetrado en la vida como un silencioso mensajero. Para muchos, apenas anuncia una posición relativa entre la Tierra y el Sol que afecta a la duración del día y la noche; para otros, se trata de una entrañable efemérides que recuerda el nacimiento de Jesús,  cuya rememoración resucita la alegría y la ternura en las almas y anima a la celebración, como si aquel niño viviera esos días entre ellos; y para nosotros es ambas cosas a la vez contenidas en la palabra Navidad y elevadas a la categoría de símbolo recordatorio del propósito vivo  que nos ha traído al mundo, el cual subyace latente en el silencio del alma hasta hacerse real, como si de un nacimiento se tratara,  del mismo modo en que el árbol que un día será, dormita en el seno de la semilla hasta que sale a la luz.

Nuestros antepasados llamaron a dicho propósito viviente: “Niño Divino” o “Niño Dios”, en alusión a ese principio divino que, porque ya existe en el alma humana, un día nacerá y saldrá a la luz;  y vieron en Jesús a ese “Niño” ya manifestado, con  su naturaleza divina y su dignidad, como un adelanto de nuestro porvenir. Con este reconocimiento, Jesús era incorporado a la tradición de los Dioses Solares anteriores a él, como Horus, Mithra o Krishna, propiciadores de tan magna experiencia en los hombres, convirtiendo así al personaje histórico “Jesús” en símbolo universal de lo que todos los hombres están llamados a ser: el Hombre consciente de ser de la misma naturaleza de Dios, el Hombre Celestial.

A partir de ese momento la Navidad pasa de ser acontecimiento a ser símbolo de nuestra personal natividad, del nacimiento del “Niño” esperado desde que fuera plantado como una semilla en el origen de la Vida.

Y hoy, nosotros, que nos reconocemos herederos de nuestros antepasados, de su intuición y de su esperanza,  no podemos evitar el sentimiento, tenue quizá, inexplicable como todo lo nacido del corazón, de que tal vez “el tiempo está vencido” y ha llegado el momento en que aquellas antiguas metáforas cobren vida en nuestra experiencia; que tal vez la Creación no sea un hecho pasado como creíamos, sino presente, como un advenimiento; y que este presente corresponda al sexto día, cuando el “Hombre hecho a semejanza de Dios” es creado. Y porque sentimos estar viviendo el sexto día de la Creación, identificamos esa creación del Hombre-Dios con el nacimiento del “Niño Divino” anunciado, como siendo la misma cosa; y a ésta, como una experiencia humana real fruto de una metanoia, de una gran transformación de la que surge el Hombre Celestial consciente de su divinidad, nacido en el seno del ser humano mortal que le ha servido de asiento.

Vuelve la Navidad y con ella el recordatorio de lo que espera a nacer en nosotros, haciendo de ella nuestra navidad. Y una vez más la compartiremos con todos, familiares, amigos, desconocidos… como siempre se ha hecho, pues así honramos a los valores que deben permanecer. Pero quizá en medio de la celebración y de la alegría, en medio de la soledad o la tristeza, en medio de la oscuridad o del dolor… algo se mueva en el alma como un susurro. Si así fuera, si así sucede…, sepamos que es Él.

Félix Gracia